Película japonesa de animación (1997) que trata sobre la relación entre el ser humano y la Naturaleza. Su autor, el cineasta nipón Hayao Miyazaki sitúa la acción en el Japón de entre los siglos XIII y XIV, azotado por las guerras entre distintos jefes feudales y en los que todavía imperaban los grandes bosques primigenios.
A través del protagonista principal Ashitaka, el príncipe templado y pacífico de una antigua tribu casi extinguida que se ve forzado a partir a la parte occidental del país y adentrarse en las profundidades de su bosque, conocemos la existencia de las fuerzas de la Naturaleza, representada por los diferentes dioses del bosque que la protegen, y la ambición de los seres humanos por destruir dicho bosque y a sus habitantes para explotar sus recursos minerales (en este caso, el hierro). El odio se apodera de todas las partes implicada y la guerra entre unos y otros se antoja inminente. Ashitaka hará lo posible por evitarla mientras persigue su propio objetivo, que no desvelaremos y que está íntimamente ligado a este conflicto. Por lo tanto, tenemos las guerras entre los seres humanos, por un lado, y la guerra del hombre contra la Naturaleza, por el otro. Y en medio, todo un mundo encantado de dioses y legendarias criaturas.